Dragón Azul, que mira con determinación y que está presto a intervenir para ayudar, para transportarnos hacia el otro lado, para encontrar la pócima que sirva para desencallar la situación. Los hombres de negro, la pandemia del virus está ahí, pero existe una pócima y hay un dragón que nos permitirá llegar al objetivo para solucionar mediante atajos con la rapidez que nos caracteriza una situación que tiende a enquistarse por momentos, pero que, en realidad, es pasajera.

Paradoja, existe ahí delante de nosotros, parece que no pero está. De todas formas está y no está. Mujer que arranca la cabeza del hombre pero que, a la vez, necesita de su determinación para saber hacia dónde avanza. Lo necesitas pero a la vez lo odias. Lo necesitas, lo matas y lo resucitas, a tu antojo, para ser y vivir, para vivir y ser.

La libertad se muestra delante de ti, la contemplas y saboreas. Eres libre pero estás encerrada. Vuelas a través de tu imaginación pero estás confinada. Eres la verdad de ti misma pero, a la vez estás dentro, quieres estar fuera, pero la realidad es según la crea tu mente. ¿Entonces en qué quedamos estamos confinados o somos libres y no tenemos límites…?

El engaño está siempre presente. Es una tentación, pero está ahí. Si lo miras y lo dejas pasar no hay engaño. Es como un espejismo, parece que existe pero, en realidad, no está. Buscamos aquello que no es, porque nos aburrimos. Por eso es tan sabio combatir el aburrimiento con altas dosis de verdad.

La verdad es la suma de pequeñas verdades que nos permiten avanzar sin demora, avanzar con determinación hasta hallar, hasta encontrar los caminos adecuados. Lo demás es perder el tiempo. Pero lo revestimos de importante. De ahí que el engaño a veces triunfe.

Vientos de guerra en el firmamento parecen cubrirlo todo. Vientos de guerra que nos conectan con las sombras, que somos nosotros buscando aquello que hemos perdido: la noción de la verdad. En realidad los vientos de guerra son el espejo de nuestras inconcreciones, de nuestros miedos, de nuestra falta de bondad.

Hay vientos de guerra porque a alguien le molesta que seamos libres y nos mandan callar. Águilas, dragones malos, príncipes encantados a la inversa, censura, ausencia del paradigma del amor, pero, a la vez, hay la verdad. Hay que saber escarbar en sus límites, para adentrarse en su esencia y conectar con la fuerza que impulsa a la humanidad a rebelarse contra la violencia de la guerra con la bondad del amor.

COVI19, murciélagos que en Asia abundan, que están en cuevas, que comparten habitación hasta con 60.000 individuos. Muchos virus, nubes de virus, gustos culinarios que prueban murciélagos como manjares. Virus que saltan del animal al hombre, costumbres alimentarias, coronavirus, transmisión, infección, pandemia.

Teorías de dominio mundial, murciélagos que vuelan libres, que surcan cielos y tierras, que se entretienen con los humanos. Pandemia o locura de guerra. Pandemia y accidente o determinación real de sacudir a la población mundial. El riesgo de infección está constantemente probado, está a la orden día por la relación cada vez más estrecha entre el ser humano y el mundo animal salvaje.

Cada vez hay menos espacio vital y, por consiguiente, mayor riesgo de contaminación. Baile de virus, baile de mensajes e ideas. Teorías diversas, fuerzas concentradas o dispersas. La realidad es la que cada uno inventa cada día. La realidad es la suma de realidades. La tierra es un solo país y la humanidad sus ciudadanos. Por esta razón Russbelt Guerra avanza imparable hasta descubrir los misterios de lo real a partir de un mundo onírico expresivo y alegórico.

Hay en su obra símbolos, alegorías, la figura de la mujer como presencia femenina importante, como figura central, chamana, transmutadora, sacerdotisa. A partir de una evidencia de paz y serena bondad, de contemplación y reflexión, transmite fuerza, determinación y voluntad de cambio o de resistencia según se mire. Es el eje que permitirá resolver los misterios que nos preocupan.

Cazadores de almas, buscando la parte material del alma para engullirla y quedársela. Es como si Russbelt nos mostrara que el alma se debe materializar para conseguir dominar la voluntad de quien está bajo el influjo del engaño o del miedo. Los cazadores de almas en realidad somos nosotros mismos, nuestros miedos que nos conducen al engaño, a la dispersión y a la falta de voluntad para afrontar problemas.

El creador peruano, desde su punto de vista de artista mágico, trasciende la realidad para adentrarse en lo onírico, buscando aspectos alegóricos para resaltar una evidencia que está ahí, que nunca se ha ido, que siempre está presente, que en todo momento no ha desaparecido.

Todo es tan fácil como que la verdad es que la esencia de las cosas es materia y espíritu a la vez.

Necesitamos, en ocasiones, materializar el espíritu para darle apariencia real, intentando capturarle, aunque este sea inmortal. Y todo ello visto desde el confinamiento, como si se tratara de una película que pasara ante nosotros, pero que, en el fondo, estamos integrados en ella y nos afecta.